El
valor de las «libertades democráticas» en un Estado burgués y el modo de
aprovecharlas; Enver Hoxha, 1966
«La burguesía y, junto a ella, los
revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos sobre las llamadas «libertades
democráticas». En efecto, en cada Estado burgués denominado democrático,
existen algunas «libertades democráticas» relativas. Decimos relativas, porque
no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa de la «libertad» y de la
«democracia», porque llegan precisamente hasta el punto de no perjudicar los
intereses vitales de la burguesía en el poder.
Naturalmente, la clase obrera y los
hombres progresistas aprovechan estas condiciones para organizarse, para
difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el derrocamiento de las
clases explotadoras y la toma del poder.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en
muchos países capitalistas de Europa, como resultado de la victoria sobre el
fascismo y del papel desempeñado por los partidos comunistas en la lucha
antifascista, estos partidos llegaron incluso a participar en el gobierno –por ejemplo,
en Francia, en Italia, en Finlandia, etc.–, y hasta tener un gran número de
diputados en el parlamento, importantes cargos en el aparato del Estado, e
inclusive en el ejército, etc.
Asimismo, en diferentes períodos durante
estos últimos 15 años, se crearon condiciones favorables para el partido de la
clase obrera y las fuerzas progresistas en algunos países del Medio Oriente,
como Irán e Irak, y de América Latina, como Guatemala, Brasil, Ecuador,
Venezuela y otros. En Indonesia se creó una situación bastante favorable. El
Partido Comunista de Indonesia creció con rapidez, formaba parte del gobierno y
ejercía una gran influencia en la política interior y exterior del país, etc.
Pero, también en las condiciones de las
«libertades democráticas», se desarrolla una aguda lucha de clases, una lucha a
vida o muerte, entre la revolución y la reacción, entre el proletariado y la
burguesía. Si el proletariado y su partido se esfuerzan por consolidar sus
posiciones, por su parte, la reacción y la burguesía no duermen. Por el
contrario, valiéndose del aparato estatal burgués, de la policía y las fuerzas
armadas, practicando la corrupción y la subversión, alimentando el oportunismo
y las ilusiones reformistas y pacifistas en el seno de la clase obrera, etc.,
se preparan seriamente para consolidar sus posiciones y desbaratar a las
fuerzas revolucionarias.
El desarrollo de los acontecimientos
tras la Segunda Guerra Mundial muestra que, en el marco de las «libertades
democráticas», la burguesía ha actuado enérgicamente y en diferentes formas
para liquidar el movimiento revolucionario de la clase obrera.
Después que la burguesía y la reacción
lograron consolidar sus posiciones, expulsaron a los comunistas del gobierno,
de los puestos importantes en el aparato del Estado y del ejército, como
sucedió en Italia, Francia y Finlandia. En Inglaterra, Austria y otros países,
ni siquiera se toleró la presencia de los comunistas en el parlamento, mientras
que en Grecia fueron encarcelados y combatidos por la fuerza de las armas.
Cuando la burguesía y la reacción
constatan que su poder está amenazado por la fuerza y el prestigio crecientes
del partido comunista y del movimiento revolucionario de las masas, juegan su
última carta: ponen en acción a las fuerzas armadas, organizan pogromos para
aplastar y liquidar al movimiento revolucionario y a los partidos comunistas,
como sucedió en Irán e Irak, y, recientemente, con los trágicos acontecimientos
de Indonesia. En tales casos la reacción y la burguesía de un país dado han
aprovechado directamente también la ayuda de la reacción mundial, incluso el
apoyo de sus fuerzas armadas como ha ocurrido en la República Dominicana y
otros lugares.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de
esta experiencia histórica?
Primero, que las llamadas «libertad
burguesa» y «libertad democrática» en los países capitalistas no son como para
permitir a los partidos comunistas y a los grupos revolucionarios alcanzar sus
objetivos. De ningún modo. La burguesía y la reacción toleran la actividad de
los revolucionarios mientras no constituya un peligro para el poder de clase de
la burguesía. Cuando este poder está en peligro, o cuando la reacción encuentra
el momento propicio, sofoca las libertades democráticas, recurre a todos los
medios, sin ningún escrúpulo moral ni político, para destruir a las fuerzas
revolucionarias. En todos los países en que se ha permitido a los partidos
comunistas militar abiertamente, la burguesía y la reacción aprovechan esa
situación para conocer toda la actividad, las personas, los métodos de trabajo
y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los revolucionarlos, Por
eso, los comunistas y sus partidos auténticamente marxistas-leninistas
cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las «libertades» burguesas
que les proporciona la coyuntura, si lo hicieran todo abiertamente y no
guardaran el secreto de su organización y de sus planes. Los comunistas deben
aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para desarrollar un
amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo tiempo, deben
estar preparados para el trabajo clandestino.
Segundo, las ilusiones oportunistas
sobre la «vía pacífica» para la toma del poder son un bluf y representan un
gran peligro para el movimiento revolucionario. En apariencia, el Partido
Comunista de Indonesia parecía tener el terreno más favorable para alcanzar su
objetivo siguiendo esta vía. No obstante, los comunistas indonesios habían
declarado más de una vez que no se forjaban ilusiones sobre la «vía pacífica».
En su saludo al congreso del Partido Comunista de Nueva Zelanda, la delegación
del Comité Central del Partido Comunista de Indonesia confirmaba que:
«Los acontecimientos de Indonesia han
demostrado una vez más que no existe ninguna clase dominante, ni fuerza
reaccionaria que permita a las fuerzas revolucionarias conquistar la victoria
por la «vía pacífica». (Partido Comunista de Indonesia; Saludo del Partido
Comunista de Indonesia al XXIº Congreso del Partido Comunista de Nueva Zelanda,
1966)
Los comunistas extraen de los trágicos
acontecimientos de Indonesia la enseñanza de que no es suficiente desechar las
ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» y reconocer que la única vía
para la toma del poder es la vía revolucionaria de la lucha armada. El partido
del proletariado, los marxistas-leninistas y todo revolucionario deben tomar
medidas efectivas para preparar la revolución, comenzando por la educación de
los comunistas y de las masas en el espíritu militante revolucionario y
llegando hasta su preparación concreta para hacer frente a la violencia
contrarrevolucionaria de la reacción con la lucha armada revolucionaria de las
masas populares.
Tercero, independientemente de las
condiciones y de las posiciones favorables que puede disfrutar en un
determinado momento, el partido de la clase obrera no debe relajar un solo
instante la vigilancia revolucionaria, sobrestimar sus fuerzas y las de sus
aliados y subestimar la fuerza del adversario, de la burguesía y la reacción.
El Partido Comunista de Indonesia gozaba de una gran influencia en el país,
pero parece que sobrestimó en particular la fuerza política de Sukarno y del
sector de la burguesía que le apoyaba, y tuvo demasiada confianza en esta
fuerza. Al mismo tiempo, parece que subestimó la fuerza de la reacción, en
particular de la reacción en el ejército, Al parecer los camaradas indonesios
pensaban que el que tenía a Sukarno de su parte, tenía la llave de Indonesia,
sin analizar debidamente en qué consistía la fuerza de Sukarno y hasta qué
punto esta fuerza era real, particularmente entre el pueblo. Los recientes
acontecimientos de Indonesia demostraron claramente que el prestigio y la
autoridad de Sukarno no se apoyaba en una base social, económica y política
sólida. Los generales reaccionarios lograron neutralizar a Sukarno, e incluso,
mientras les convenía, le explotaron para sus fines contrarrevolucionarios.
Cuarto, el partido marxista-leninista y
todos los auténticos revolucionarios deben seguir consecuente y resueltamente
una línea revolucionaria y luchar audazmente contra el oportunismo y su más
sórdida manifestación, el revisionismo moderno, tanto el jruschovista como el
titoista. Los oportunistas y los revisionistas modernos han hecho de la lucha
por las «libertades» burguesas su bandera y han renunciado a la revolución,
preconizan la «vía pacífica» como la única vía para la toma del poder.
Precisamente la línea oportunista y revisionista, la influencia de los
revisionistas jruschovistas, etc., han transformado a numerosos partidos
comunistas, que en el pasado constituían una gran fuerza revolucionaria, en
partidos de las reformas sociales, en apéndices y furgones de cola de la
burguesía reaccionaria. Esto sucedió con los partidos comunistas de Italia, de
Francia, de Finlandia, de Inglaterra, de Austria y otros. La aplicación de la
línea oportunista del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética
de los jruschovistas condujo a la catástrofe y a la liquidación al Partido
Comunista de Irak, al antiguo Partido Comunista del Brasil, al Partido
Comunista de Argelia, etc. El Partido Comunista de Indonesia se opone al
revisionismo moderno. Los últimos acontecimientos de Indonesia y el papel de
zapa que los revisionistas jruschovistas jugaron allí, demuestran que un
verdadero partido revolucionario, fiel al marxismo-leninismo, decidido a llevar
audazmente adelante la revolución, debe mantener una actitud bien definida
frente al oportunismo, al revisionismo jruschovista y titoista. No basta
solidarizarse con la lucha de los marxistas-leninistas contra el revisionismo,
es preciso también que el partido luche de manera intransigente y abierta
contra la traición revisionista, porque únicamente así pueden los comunistas
educarse en un espíritu revolucionario y puede ser preservado el partido de
todo peligro de revisionismo. Sin combatir resuelta y consecuentemente contra
el oportunismo y el revisionismo jruschovista, no se puede combatir al imperialismo,
no se puede combatir a la reacción, no se puede impulsar la causa de la
revolución y el socialismo». (Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las
enseñanzas que extraen de él los comunistas, 11 de mayo de 1966)
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