El
golpe de estado cívico-militar de 1973 marco el fin de la vía chilena al
socialismo, una experiencia que desde su inicio estaba destinada al
enfrentamiento directo con la burguesía y el imperialismo yanqui, un choque
para el cual no estaba preparado el Gobierno Popular, los partidos de la Unidad
Popular ni el mismo Salvador Allende.
La
confianza extrema en el sistema democrático burgués y la comodidad de los
sillones del Congreso les hizo olvidar la larga tradición golpista de las
Fuerzas Armadas que durante todo el siglo XX, ahogo en sangre cada intento de
la clase obrera por lograr hasta la más mínima reivindicación económica que se
saliera de lo que la patronal quisiera dar. 1924 contra Alessandri, 1932 contra
el gobierno de Marmaduke Grove, Las matanzas de las salitreras Santa María, La
Coruña, San Gregorio; el levantamiento campesino de Ranquil, la matanza en la
Plaza Bulnes 1946, la toma de terrenos en Pampa Irigoin en el gobierno de Frei.
Estos son algunos ejemplos de cómo actúa la Burguesía cuando peligran sus
intereses, dejando en claro que el Estado, las Fuerzas Armadas, el Poder
Judicial y el Poder Legislativo están a su servicio.
Es
difícil creer que el Partido Socialista, que en el Congreso de Chillan se
declaro marxista-leninista y planteo la vía armada para llegar al socialismo,
que el Partido Comunista, perseguido por la dictadura de Ibañez pretendieran
construir el socialismo por la vía pacífica, creer en la vocación democrática
de las Fuerzas Armadas y que con solo tener la mayoría parlamentaria los
trabajadores llegarían al poder.
Hoy,
mientras se asesina a los dirigentes mapuches en los territorios en lucha y se
sigue reprimiendo a estudiantes y trabajadores,
se criminaliza las tomas y campamentos y las ollas comunes que no dan
abasto, sesiona la Convención Constituyente, resultado del Estallido Social,
como una forma de controlar el descontento popular, nuevamente vemos como los
partidos y los auto declarados independientes vuelven sobre los mismos errores,
desviando la energía que desató el Estallido Social entre cuatro paredes sin
ningún resultado, estancados en discusiones de oficina mientras el parlamento
sigue legislando sobre temas que ellos deberían resolver, matrimonio
igualitario, el agua como bien de uso público, etc.
La
tarea de los marxistas-leninistas, de los comunistas revolucionarios, no es
buscar un lugar a la sombra del estado burgués, la tarea está en la
organización de los trabajadores, hombres y mujeres que luchan por una vida
mejor, construyendo sindicatos en todas las fábricas y empresas, no solo para
dar la pelea económica, sino para desarrollar un sindicalismo con vocación de
poder, un sindicalismo de clase. La lucha electoral es un instrumento más para
su organización y para llevar el mensaje de los comunistas revolucionarios al
pueblo. La tarea de un parlamentario obrero no es sentarse a vegetar esperando
que aprueben alguna ley en beneficio del pueblo, es ir a la clase obrera y
ponerse a su servicio, poner los medios que le entrega el parlamento para
ayudar a su organización.
Debemos
aprender de los errores del Unidad Popular, volver al camino que construyo
Salvador Allende, pero teniendo en claro que el enfrentamiento con la burguesía
es inminente y debemos estar preparados para ese enfrentamiento, que no será
otra cosa que la respuesta armada de los trabajadores y avanzar a una etapa
superior de la lucha de clases, la Revolución Democrática Popular, que
consolidara el Poder Popular, una alianza de todos los explotados por los
grandes monopolios, los trabajadores del campo y la ciudad junto a la pequeña
burguesía urbana ( profesionales, intelectuales, pequeños empresarios y
comerciantes) que borrara del mapa
cualquier intento por derribar el nuevo poder que avanzara hacia la construcción
del socialismo en Chile.
¡¡COMPAÑEROS,
LA REVOLUCION ES NECESARIA!!