sábado, 13 de agosto de 2022


 

 

 

El Estallido Social de Octubre causo un espanto profundo en la burguesía nacional, que vio peligrar el sistema capitalista después de décadas imponiendo su voluntad. El mismo efecto tuvo en la pequeña burguesía representada en los partidos de la ex Nueva mayoría y toda la Derecha, ambos bloques desahuciados por el pueblo, corrieron al rescate del sistema que les da de comer. Desde la UDI hasta el Partido Socialista, incluyendo al Frente Amplio, dirigido por Boric cocinaron a puerta cerrada el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” con la finalidad de encauzar la protesta popular hacia la vía institucional, apagar el incendio y asegurarse que nada se salga del régimen Democrático Burgués, amarrando el proceso constituyente de manera de eliminar cualquier posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente elegida desde la base, Asamblea con el poder de cambiar de manera radical el país. Los mismos de siempre eligieron una Comisión Técnica para redactar las reglas del juego, ley 21.200 que establece el procedimiento para elaborar la Nueva Constitución, metiendo de contrabando el artículo 135 con disposiciones especiales para impedir el cambio del sistema.

 

“El texto de Nueva Constitución que se someta a plebiscito deberá respetar el carácter de República del Estado de Chile, su régimen democrático, las sentencias judiciales firmes y ejecutoriadas y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.

 

 

La gran mayoría del pueblo que voto por la opción Apruebo no se enteró de como se había tramado el acuerdo a sus espaldas. Al conformarse la Convención Constitucional se aceptó las disposiciones del artículo 135, que sentencia la inviolabilidad de los tratados internacionales de comercio, esta condición le puso la lápida a la nacionalización del cobre, una de las banderas históricas de la izquierda, y a la recuperación por parte del estado de los fondos de pensiones en las que invierten grupos económicos extranjeros, los más beneficiados por los tratados de libre comercio.

 

El resultado final del trabajo de los convencionales es un texto, que pretende consagrar una cantidad importante de derechos para sectores históricamente marginados y una nueva forma de ejercer el poder de manera más transversal y descentralizada. Construir un Sistema de Seguridad Social que otorgue derechos fundamentales como salud, educación vivienda y pensiones de manera solidaria, sin la intervención del capital privado.

 

Al analizar la propuesta más allá del tono casi épico en la redacción de la centena de artículos que la conforman, las grietas que se abren entre líneas dejan la mayor parte del sistema intacto. Desde el comienzo resalta el carácter progresista y rupturista de la propuesta, pero a medida que avanzamos en la lectura se descubren las herramientas para torcer los grandilocuentes artículos.

 

En cuanto a al Sistema de Seguridad Social deja la puerta abierta para que sigan operando las AFP, que continuaran manejando los fondos actuales, el futuro ente que administrará los fondos de pensiones podrá capitalizar en la bolsa tal como el sistema actual, alimentando a los grandes monopolios que usan los ahorros de los trabajadores como banca personal.

 

El sistema único de salud no presenta una línea que defina cómo se integrarán los hospitales públicos y privados que seguirán operando como empresas con fines de lucro y si bien se declara el fin de las ISAPRES (compañías de seguros que no prestan servicios médicos) no impide que sigan funcionando como seguros complementarios ya que tampoco se asegura la cobertura de todos los tratamientos.

 

Se consagra la educación gratuita en todos los niveles, pero no plantea la democratización de las instituciones educacionales, ya sea en universidades, institutos o liceos, no hay espacio para los estudiantes y trabajadores en la toma de decisiones que los involucran, ni se plantea el financiamiento por parte del Estado para fortalecer las Universidades públicas y así terminar con la política del autofinanciamiento que las obliga a regirse por las reglas del mercado.

 

Todos los derechos sociales que se consagran no tienen asegurado su financiamiento en la Constitución, por ejemplo, asignar un porcentaje del PIB o las ganancias de CODELCO, por lo que la concreción de estos dependerá del gobierno de turno, que evaluará si la economía nacional puede soportar el gasto social, o sea una Nueva Constitución en la medida de lo posible.

 

Uno de los puntos más importantes que no debatieron los convencionales son los referentes a las garantías de la FFAA, no se elimina la Justicia Militar, sigue intacto el financiamiento con las ganancias de CODELCO, continúan con un sistema previsional preferente, que desangra al Estado. Pretende democratizar las escuelas matrices otorgando gratuidad, pero bajo el control de las mismas FFAA fascistas. Al parecer el fantasma de Pinochet sigue presente recordándole a los convencionales quien manda.

 

Se destaca la negociación de los sindicatos por rama de producción como contrapeso al poder de la patronal, pero que aún está sujeto a la mantención de turnos éticos durante la huelga, debilitando el único medio que tienen los trabajadores para defender sus derechos, pero a cambio ofrece la opción a los sindicatos de participar en los directorios de las empresas para incidir en las decisiones que los afectan. Las empresas que cuentan con directorio son en su mayoría Sociedades Anónimas que representan menos del 10% de las empresas en Chile. El 80% de las empresas nacionales son pequeñas y medianas con menos de 200 trabajadores quedando en las mismas condiciones que la Constitución del 80 con el Plan Laboral de Pinochet. Por otra parte, no elimina la subcontratación, sector que no podría participar en los directorios de empresa. Claramente en la redacción de la Nueva Constitución no se escuchó a los trabajadores.

 

Si bien se consagran múltiples derechos: a la vivienda digna, educación gratuita en todos los niveles, derecho a la salud y pensiones justas, además de derechos a mujeres, pueblos originarios, disidencias sexuales que aseguren el respeto y la inserción en todos los niveles de la sociedad en iguales condiciones, estos no están garantizados ya que no existe una herramienta jurídica eficaz que proteja y permita exigir el cumplimiento de estos derechos fundamentales.

 

En la Constitución de Pinochet, modificada por Aylwin y Lagos, existe el llamado “Habeas Corpus” o Recurso de Amparo, una acción que tiene el fin de proteger a las personas contra los abusos del Estado y Privados que es vista por la Corte Suprema de Justicia. En el Proyecto de Nueva Constitución es sustituida por la Acción de Tutela. A diferencia del Habeas Corpus, todas las Acciones de Tutela tienen que pasar por una comisión, que verifique que no existe ninguna otra ley que resuelva el problema, de ser así no se acogerá la Acción de Tutela, en caso favorable ira a un Tribunal de Primera Instancia, que ve casos civiles entre privados, no delictuales, o sea lo vería un juez sin experiencia en derecho constitucional, un tribunal con menos fuerza, que está expuesto a las presiones políticas de empresas y monopolios con ejércitos de abogados y parlamentarios a sueldo. Si esta acción no se resuelve en el Juzgado de Primera Instancia va a uno de Segunda Instancia y así hasta llegar a la Corte Suprema a una instancia administrativa y quedar durmiendo.

 

Todo lo que se pudo haber avanzado en este proyecto de Constitución quedará en letra muerta sin una herramienta jurídica eficaz que realmente nos proteja. La Acción de Tutela como está planteada solo favorece a los grandes monopolios los que podrán presionar con todo su poder a tribunales sin experiencia y sin el respaldo necesario como el que tiene la Corte Suprema.

 

Muchos pensarán que esta constitución representa un gran  progreso para el pueblo, pero no toca la columna vertebral del sistema capitalista, esto no quiere decir que se pretenda hacer la Revolución Socialista por secretaria, pero lo que se esperaba de los convencionales autoproclamados como la verdadera izquierda, representantes del pueblo, fuera de los fracasados partidos políticos,  era que propusieran nuevos mecanismos y herramientas para la defensa del pueblo y los trabajadores, fortalecer su organización y abrir camino hacia la construcción de un Gobierno Popular Democrático en base a las organizaciones populares con democracia directa.

 

El proyecto de Nueva Constitución como producto final del proceso que sofocó el incendio del Estallido Social es el final de una estrategia que dejará las mismas grietas por donde se colará la Constitución de Pinochet.

 

Los comunistas revolucionarios, que denunciamos la traición del “Acuerdo por la Paz” y el plebiscito mutilado, nos declaramos fuera de cualquier proceso que no nazca de la lucha del pueblo por una Asamblea Constituyente Soberana y Popular que termine con la hegemonía de los grandes monopolios, la burguesía nacional y el imperialismo, entregándole al pueblo y los trabajadores la herramienta para construir un Chile justo libre y soberano.

 

 

DIRECCION NACIONAL

PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO DE CHILE

 

Agosto 2022

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